En el año 1979, mes de Enero, en el primer día de trabajo en la Factoria Renault de Palencia, vi un anuncio que decía que el Grupo de Teatro de la empresa necesitaba personas aficionadas, con el fin de hacer un montaje teatral. La cita era en un local que tenía entonces la empresa en la Avda. Modesto Lafuente, próximo a la Plaza España, ese mismo día a las 17 horas. Allí acudí y cuando terminó la reunión salí con el papel de Vicente en El Tragaluz, de Buero Vallejo.
Fue mi primer contacto, mi primer montaje en un grupo donde permanecí hasta su desaparición, allá por el año 90, y que comencé a dirigir a partir del año 85. En ese tiempo realizamos puestas en escena importantes como esa de Buero, otra de A.Gala, "Anillos para una dama", y esta de A.Diosdado, de Los Comuneros, además de una representación de Teatro Infantil que hacíamos cada año en la Navidad.
Estábamos en el año 84, en Castilla, con el gobierno socialista en la Comunidad trataba de crearse en la ciudadanía una conciencia de pertenencia comunitaria. Villalar de los Comuneros era un lugar de referencia señalada todos los 23 de abril. Por ello y con la posibilidad del documento teatral de Ana Diosdado, que dramatizaba aquella rebelión comunera de 1521, se me ocurrió analizar la posibilidad de llevar a cabo su representación. No era nada fácil, era elevado y exigente el elenco y el vestuario también entrañaba una dificultad importante.
Pensé en la Delegación de Cultura de la Comunidad y en la de Educación del Gobierno central, también en manos del PSOE, para ayuda económica y difusión del montaje entre los estudiantes de Bachiller. A los responsables les gustó el proyecto y conté con su promesa de colaboración. Así con estas importantes ayudas decidimos en el grupo afrontar la realización del montaje. Mis buenas relaciones con componentes de otros grupos teatrales facilitó y posibilitó que colaborasen personas de valía en la interpretación, con lo cual el proyecto obtenía más garantías de resultar bien.
Pensé en la Delegación de Cultura de la Comunidad y en la de Educación del Gobierno central, también en manos del PSOE, para ayuda económica y difusión del montaje entre los estudiantes de Bachiller. A los responsables les gustó el proyecto y conté con su promesa de colaboración. Así con estas importantes ayudas decidimos en el grupo afrontar la realización del montaje. Mis buenas relaciones con componentes de otros grupos teatrales facilitó y posibilitó que colaborasen personas de valía en la interpretación, con lo cual el proyecto obtenía más garantías de resultar bien.
Cultura no nos dió aportación económica pero puso a nuestro servicio a personas de la Junta, antigua Sección Femenina, que se ocupó de confeccionar todos los trajes de época. Una colaboración muy importante. En el grupo contábamos con un buen diseñador y dibujante, como era Miguel Gallo, quien tuvo una relevante actuación en todos los vestuarios y escenografías infantiles que se hicieron en esa década del 80.
Con esos mimbres nos pusimos a trabajar para lograr una puesta en escena muy digna, donde el diseño y realización de la escenografía a cargo del director, Julián de la Cuesta, tuvo una importancia considerable. Julián era el director del grupo; con él aprendí escenografía.
Dos fueron las representaciones para los compañeros de Fasa Renault, en el Teatro Principal, y tres las representaciones que hicimos para estudiantes palentinos, agrupados en Privados, Públicos y de Formación Profesional, con los que debatíamos al finalizar la obra. Es curioso observar el comportamiento de estos tres grupos, muy mal los privados (Maristas, La Salle). Concha, representando a Juana la Loca, (extraordinaria su representación) tuvo que parar la interpretación y dirigirse a ellos, ante las risas provocadoras e irrespetuosas que mostraban ante las expresiones de locura de la reina. Los mejores fueron los alumnos de la FP, su profesor les había preparado previamente sobre la historia comunera y siguieron la representación con mucho respeto.
Dos fueron las representaciones para los compañeros de Fasa Renault, en el Teatro Principal, y tres las representaciones que hicimos para estudiantes palentinos, agrupados en Privados, Públicos y de Formación Profesional, con los que debatíamos al finalizar la obra. Es curioso observar el comportamiento de estos tres grupos, muy mal los privados (Maristas, La Salle). Concha, representando a Juana la Loca, (extraordinaria su representación) tuvo que parar la interpretación y dirigirse a ellos, ante las risas provocadoras e irrespetuosas que mostraban ante las expresiones de locura de la reina. Los mejores fueron los alumnos de la FP, su profesor les había preparado previamente sobre la historia comunera y siguieron la representación con mucho respeto.
Una salida hicimos a Dueñas. La obra y lo que representaba merecía haber sido representado más veces y en otros sitios, pero mover a tanta gente era dificil, por lo que nos conformamos con esa seis representaciones, que fueron acogidas de forma muy positiva por todos aquellos que la vieron.
La grabación del video corresponde al ensayo general en el lugar de representación, se aprecia las dificultades y equivocaciones en la utilización de la luz y se observan las correcciones del director.
Video de la representación
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